Ella
Hoy iba al
bar, hace mucho que no salía. Había conocido a alguien la otra vez, en una
fiesta pasada. Parecía buen sujeto, me dijo que hoy fuera a un bar, que no me
quedaba muy lejos.
Estaba
ansioso, no sabría como iría todo aquello. Me cuesta relacionarme con nueva
gente, pero me emociona a la vez, ya que siento que es como una aventura, nunca
sabes hasta dónde vas a llegar.
No soy un
tipo de bares. Tal vez sea la segunda que me voy, no tomo mucho tampoco.
Había entrado y ahí estaba. Se llamaba Jeff, al que conocí.
- ¡Remy! ¿Un poco tarde, me parece? - me dice.
- Hola, Jeff. Pues sí, estuve ocupado hoy, y tardé para prepararme, y así - le respondí. Odiaba siempre usar esa muletilla al final. Sentía que no podía seguir lo que decía.
- ¡Sentate y vamos a tomar!
- Ah, bueno, bueno - respondí, me sorprendió lo emocionado que estaba - ¿Qué decís que pida?
- Algo leve, para empezar – responde. Yo le miré hacia la camisa, tenía partes mojadas, supongo que era por su cerveza. Movía el vaso con brusquedad, y se salía.
- Jeff, estás mal – le dije, quería ver que decía.
- Cállate Remy. Yo nunca estoy mal.
- Si decís, ¿y los otros? - pregunté. Me había escrito hoy por mensaje, que vendría sus amigos. Eso me ponía peor, pero quería saber realmente si ya habían llegado.
- Están buscando chicas. Pescando, ya sabes.
- Ya, ya.
- ¿Pescas algo hoy Remy?
- Habrá que ver – dije a secas. Realmente no era lo que me interesaba esa noche. Solo quería pasarlo bien, aumentar mi círculo social. Toda esa mierda que el mundo dice que debes hacer.
- ¡Un sí entonces, vamos afuera, ya!
- Tranquilo, Jeff. Estás gritando.
- ¡No seas marica! Tomaremos lo suficiente, y vas a ir para ver a alguien, ¿ok?
- Dale – dije. Todo era vergonzoso. El camarero se reía, y la gente solía lanzar miradas. Realmente no sabía muy bien que hacer.
Salimos afuera y veía a Jeff moverse con dificultad. Casi chocó con una pareja, yo le dije que atendiera, y luego se puso firme otra vez. La pareja se quedó con cara de culo, y Jeff seguía tomando.
- Bueno, creo que ya es suficiente, Jeff. Si tomas algo más, mañana no vas a recordar nada.
- ¡Déjame Remy, y vamos hacia la parte afuera, a bailar! ¡Dios!
Se puso loco de verdad, empezó a agitarse y luego corrió hacia donde estaba toda la gente frotándose sus cuerpos. Lo seguí, pero lo perdí, por un tiempo. Había demasiada gente y a mí me daba asco situaciones así. Por suerte pude ver su cabello rubio amarillo, entre todas las cabezas del lugar. Me acerqué.
Ya cerca, vi que estaba hablando con dos tipos.
- Hola Remy, ¿qué tal todo? - me dice uno.
- ¡Hola, Remy! - me dice el otro.
- ¡Hola! Ustedes son los amigos de Jeff, supongo.
- Así es, yo soy Fred- me dice el primero en saludarme, y me pasa la mano, apretó fuerte.
- Yo soy Jonny, con dos “n” y sin “h” - me dice el otro, con voz grave. Parecía un señor con el que te daría miedo hablar .
- Hola a los dos. Sí, me dijo Jeff que vendrían. Bueno, pues, ya pueden ver a Jeff...
- El imbécil se pasó - dice Fred, por Jeff.
- Se pasó demasiado - responde el Jonny.
- ¿Qué hacen ahora? - dice Remy.
- Yo, quiero conocer a alguien, una chica buena, jeje, ¿vos? - dice Fred.
- Nada, la verdad, solo estaba aburrido, quería salir, ya saben.
- ¿Qué sabemos? - responde Jonny, con su voz grave.
- Pues, no sé, ya saben.
- ¡Que gracioso, Remy! - dice Jeff, que estaba atrás de todos.
- Ahí está, nuestro amigo, Jonny y Remy.
- Te perdí Jeff, ¿dónde estabas?
- No sé, creo que me fui al baño o algo así. Y besé a alguien.
- La primera ya Jeff, buena - dice Fred.
- No me acuerdo de su cara.
Todos se ríen, yo también, aunque la verdad no me pareció gracioso.
- Chicos, tengo que contarles un secreto sobre Remy - dice Jeff, con malicia.
- A ver, ¿qué es? - le pregunta Jonnhy.
- Remy nunca la puso.
- ¿Cómo? - responde Fred.
- No te puedo creer - responde el otro.
- Si, una lástima, pero hoy quería ayudarlo – dice el imbécil, con su sonrisa y cara llena de cerveza. Un retrasado.
Miro a todos con mucha vergüenza, realmente no esperaba ese comentario, pero suponía que podía pasar.
- Es mentira, Jeff. Ya la puse.
- ¿Por qué mentís? - dice con una sonrisa, mostrando los dientes.
- Bueno, hoy lo haré – respondí, para hacer el momento menos incómodo.
- Suerte con eso - le dice Fred - Nosotros no estamos con vírgenes.
- ¿Y cuál es el problema? – le dije furioso.
Todos se quedan sin decir nada, como decepcionados. Me sentí como un imbécil.
- Yo quería ayudarlo, pero me da bastante pena también.
- Como puedes ser aún virgen, Remy - dice Fred.
Jonny ya se había ido a otra parte. Fred le siguió.
- Bueno, nosotros nos vamos a otra parte, yo creo que voy al baño otra vez, voy a vomitar, lo más probable. Suerte Remy, ¡suerte! - dijo riéndose ahora en forma de burla, y me da la espalda.
Me quedo mirando a la gente. No me sentía bien, había perdido el tiempo viniendo aquí, para encontrarme con gente así. Me iría a mi apartamento pronto, pero antes quería aprovechar para tomar algo, al menos así no vendría en vano.
Llegué al mostrador, y me senté en un taburete.
- ¿Qué quiere? - me pregunta el camarero. Vestía bien y llevaba moño. El imbécil era atractivo, pero yo era de mujeres.
- Whisky con tónica, por favor.
- Enseguida, señor.
Empezó a hacer su trabajo. Me preguntaba si alguna mujer le pedía hacer mezcla de otras cosas, ahí en el bar.
Me trae la bebida.
- Muchas gracias.
- Gracias a usted, señor – dice y se va a atender a una
chica, que se sentó a mi lado.
La vi y era hermosa. Me gustaba mucho el minivestido blanco que llevaba. Era una princesa, no pertenecía al bar.
Me dio ganas de hablarle. ¿Pero qué mierda le iba a decir? Tardé tiempo para decidirme, y al final empecé por donde cualquier persona empezaría.
- Hola – dije.
No me escuchaba, estaba mirando hacia la derecha. Volví a
hablarle, con mucha vergüenza.
- Ey, ¿hola?
Se giró y pude ver mejor su cara. Era una princesa de verdad, como esas películas de Disney. A mí personalmente no me gustaban, pero ahora tal vez le daría una oportunidad.
- ¡Hola! – me respondió, sorprendida, luego sonrió, algo que me puso bastante.
- ¿Cómo te
llamás? – proseguí.
- Ehh,
Alicia – dijo, un poco incómoda.
- ¿Qué tal
todo?
- ¿Bien y
vos?
No era de
hablar con chicas, y eso me producía bastante inseguridad, pero, había algo en
esta chica que me hacía sentir confiado. Sentía que podía dar todo de mí, para
luego llevarla encima de mí.
- No tan
bien- respondí. Quería ser sincero.
- Ahh, ¿por
qué?- me dijo, de forma serena. Su voz me daba calma.
Empecé a
contarle lo que había pasado. Quería desahogarme de verdad, no me importaba la
vergüenza.
- Me siento mal. Es muy feo, todo lo que te pasó. Hay gente imbécil en este mundo. No te preocupes por eso, no es nada malo.
- Sí, pero me hace sentir miserable. Hay gente que se burla de eso. No tengo idea de cómo responder.
En ese
momento, me miró con cara de pena, y me agarró la mano. Me sentí bastante
confundido e incómodo. Luego se levantó de la silla, y me empezó a llevar de la
mano afuera del bar.
- ¿Qué
haces? ¿A dónde vamos?
- A mi auto
– dijo, y me lanzó una mirada rápida.
- ¿Para
qué? Ey, ¿estás bien?
- Vamos –
me susurró al oído, y me tocó la entrepierna. Fue algo asombroso, pero también
raro. No entendía nada.
- Dale –
respondí, con los ojos bien puestos sobre los suyos. Iba a empezar mi aventura.
Llegamos al destino, su auto era de color blanco, un Mercedes, noté que era alguien con dinero. Sacó su llave y apretó dos veces el botón para ir en la puerta derecha de atrás. Me miró de nuevo y empezó a hacer gestos que hubiera puesto loco a cualquier hombre. Yo respondí de forma salvaje y empecé a comerle la boca sin perdón. Estuvimos así por un rato, ella se estaba emocionando bastante y luego me agarró de la camisa para meterme adentro. Adentro, nos mirábamos y ella se mordía el labio. Se giró y procedió a cerrar la puerta lentamente. Mi amigo estaba loco.
Nos
empezamos a besar apasionadamente. Me encantaba sentir su lengua y tocarle el
culo, era exquisito. Ya muy caliente, se lanza sobre mí para montarme. Apenas
podía respirar.
- ¿Por qué?
- le pregunté- ¿Por qué estamos haciendo esto?
- Te ayudo
- me dice.
- Esto es
demasiado.
- Sí. ¿Pero
estás pasando bien, verdad?
- Yo…, sí.
Está bueno – respondí. Me pareció estúpido decir eso.
- Solo
disfruta- dijo, y luego empezó a morderme el cuello.
- Quítate
la ropa- le pedí.
- ¿Ya?
- Sí. Me
estás poniendo loco.
- Cerrá los
ojos.
- Ok.
Pasó como
un minuto, y escuchaba como se sacaba su mini vestido y sus tacos. Eso me
ponía.
- Ey – me
dijo finalmente.
Abrí los ojos, y casi me dio un paro al corazón. La chica se había vuelto totalmente pálida, sus ojos se volvieron casi negros, y el pelo le había crecido hasta las caderas. Lo más extraño fue, que desprendía una especie de luz extraña por todo su cuerpo, de color verde marino, era como una aura.
- ¿Hola? ¿Pasa
algo? – me dice.
No respondí
nada. Me quedé bloqueado, seguí mirándola, era lo único que me podía permitir.
- No puede
ser. Me ves. Ay no, perdona…, perdona. Esto no tenía que pasar.
Se acercó
de nuevo a mí, y me empezó a besar. Sus labios eran fríos, no tenían ardor
alguno. Su cuerpo se sentía igual, flácido y sin vida, estaba muerta.
- Bueno.
Esto ya no va a funcionar. Bájate del auto – me dijo con serenidad, de igual
manera.
Seguía duro como la piedra. Ella me miraba, con tristeza. Pasaron minutos, y decidió bajarse, dejándome. No se fue muy lejos, cerca del estacionamiento, había un camino peatonal que rodeaba al gran lago de la ciudad, negra como el petróleo por la noche. Ella estaba recostada sobre una barandilla del camino, se ponía a fumar y mirar hacia el lago, solo hizo eso.
Pasaron más
minutos, recuperaba la estabilidad y reuní el valor suficiente para salir del
maldito auto. Estaba por llorar cuando salí, me fui corriendo lejos, quería que
ese lugar desapareciera de mi cabeza. Corrí tanto, mis piernas me dolían, no
salía hacer mucho ejercicio, la verdad. Cuando me detuve, me faltaba aire,
exhalaba como desgraciado hacia el piso. Volví a mirar hacia arriba, y pude ver
como su auto cruzaba en frente mío. Pude verla, su ventanilla estaba abierta,
volvió a estar como antes, sin piel pálida y cabello largo. No hizo el mínimo
contacto ocular hacia mí. Siguió hacia su camino, quien sepa dónde.
Yo ya no
entendía nada, y lo único que quería era estar en mi apartamento. Saqué mi
celular del bolsillo y pedí un Uber.
Llegó rápido, menos de dos minutos, me sentí bendecido. Dentro, empecé a preguntarle cualquier cosa al conductor. No era mucho de hablar con conductores, pero esa noche necesitaba despejar mi mente de lo que había pasado, aunque sabía que sería imposible.
Llegué al
edificio de mi departamento, pagué al conductor, le agradecí. Procedí a entrar
en el vestíbulo, subí en las escaleras, iba hacia el cuarto piso, en mi
vivienda. Me subía lentamente, aún estaba temblando por aquella chica, sentía que
estaba por ahí, en algún lado, mirándome.
Ya en mi
vivienda, me fui directamente hacia mi heladera, para buscar algo dulce. Tenía
ganas de comer una torta de chocolate que me habían regalado la semana pasada,
en mi cumpleaños.
No había
hecho ninguna probada, pero eso iba a cambiar.
Cuando
estaba por meter un pedazo en mi boca, empieza a sonar el timbre. No podía
ser. ¿Quién mierda vendría a visitarme a mí a esa hora? Me fui temblando hacia
la puerta, sentía como si una fuerza feroz me empujaba para que no abriera.
Al final
abrí. Era la chica, estaba normal. Me miraba seria, y yo, seguía temblando, a
punto de llorar otra vez. ¿Cómo sabía dónde vivía? ¿Qué mierda era ella? ¿Cómo
era posible, que me hubiera pasado todas esas cosas? ¿Me volví loco? Todo
estaba mal, de verdad. Lo único que se me ocurrió decirle fue…
- Hola.
Ella me
miraba todavía. Luego de un rato, respondió.
- Me viste.
Solo veía
sus ojos, profundamente.
- Puedo
explicar todo. Te cuento, si me la metés primero.
- ¡Salí de
acá! ¡¿Quién mierda… SOS?!
Traté de
cerrarle la puerta en la cara, pero ella puso su mano con una rapidez
sobrenatural y pudo atajarme, tenía mucha fuerza. Los dos estábamos viéndonos
entre el espacio semiabierto.
- Soy tu
única oportunidad- me dijo, mientras movía su lengua por sus labios.
Capítulo 2
Me quede
perplejo. La chica me empujó hacia adentro y luego empezó a desvestirse salvajemente.
De alguna manera sentía que me estaba manipulando. Mi miedo era algo que no
existía, ahora solo me concentraba en sus ojos y labial rojo. Me acerqué y
empecé a besarla. Desde entonces, no me acuerdo nada más.
Volví a estar consciente cuando me desperté en mi cama. La chica estaba a mi lado, con sus ojos cerrados. Noté que estaba desnuda al mirar debajo de las sábanas, yo estaba igual, me fue raro ver mi aparato libre a lado de una mujer. Me puse a pensar, y ahí me di cuenta, el momento por fin se hizo realidad, pero no recordaba un carajo. Me sentí ansioso, no sabía qué hacer, ¿reír, llorar? Ambas cosas podían haber sucedido, pero decidí esperar a que se despierte para preguntar.
Pasó el
tiempo, no abría los ojos. Yo me fui al baño, tenía demasiadas ganas de mear.
Me miré desnudo en el espejo, fue una experiencia increíble y extraña a la vez,
jamás pensé en verme desnudo en el espejo de otra forma que no sea por bañarse.
Hice mis necesidades y luego volví a la cama, aún descubierto. Pude ver mi
camisa y jeans tirados en el suelo como si fueran trapo de piso. Me acerque, recogí
las dos cosas y las tire en el cesto de ropas sucias. Finalmente, me cambie con
ropa normal, una remera roja que me quedaba grande y unos shorts azules que me
llegaban hasta las rodillas. Hice todo eso, y la mujer esa aún no se despertaba.
¿Tan profundo tenía el sueño? Me acosté en la cama mirándola para ver si hacia
algo, mover la cara al menos. Nada.
Pasó como
diez minutos, por lo que recuerdo, al ver mi celular, y por fin abrió sus ojos.
- Dios, por
fin…
Estaba despertándose
poco a poco, con la cara muerta, como yo siempre me despierto. Le costaba
despertarse.
- Esto…, no
sé qué decir. ¿Cómo era tu nombre? Para empezar.
- Hola – respondió,
con voz afónica, y empezó a bostezar.
- ¿Alicia,
eras Alicia, verdad?
- Si –
dijo, mirándome fijamente a los ojos ahora.
- Alicia, ¿nosotros…?
- Si.
Mi corazón empezó
a latir con fuerza. Había ocurrido, había sacado a mí revolver de su funda, había
usado mi trompa de elefante, mi gancho filoso, había usado mi pene, y no me
acordaba de nada.
- ¿Te
divertiste?
- Yo…, no
me acuerdo de nada.
La cara que
puso, ahora si había abierto sus ojos.
- No puede
ser. Bueno…, te digo, pasaste bien.
- ¿En serio?
- Si – dice
una vez más, y se acerca y me besa en la boca. Al instante, me entra un corto
circuito y empiezo a recordar. La empujo y la hago chocar contra la pared de la
cama.
- Dios,
ahora recuerdo. La chica del b…
- Si, la
misma.
Empecé
temblar con gran fuerza.
- ¿Qué eres?
- Soy un
momento, un pasado, estoy atrapada.
- ¿Fantasma?
- Se podría
decir.
- ¿Por qué yo?
¿Qué buscas de mí?
- Me gusta
desvirgar hombres. Diría que ese es mi propósito.
- Que mierd…
- Puedo entrar
en la mente de los hombres, borrarles la memoria, con un beso. Lo que no entiendo,
es, como me pudiste ver.
Me desmayé,
poco después. Cuando recuperé la consciencia, la mujer ya había desaparecido de
mi cama. Revisé debajo y vi que tenía diferente ropa.
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