Comparación, un veneno para el alma
Empezamos un nuevo año, pasaron los días del anterior, nuestro planeta ha completado la órbita alrededor del sol, cerrando así un año solar más. Se diría que ese preciso momento sería como nuestra completa renovación, ahora tenemos la oportunidad de renovarnos a nosotros mismos, pero realmente sabemos muy dentro que seguiremos iguales, aunque...
Como siempre, será el comienzo de nuevas oportunidades, nos diremos que estamos listos para el cambio. De nosotros dependerá crear nuevas historias que nos harán crecer para superarnos, veremos que sucederá. Pero mientras tanto, tal vez podría hablarles de una de las plagas más grandes de la historia de la humanidad, una que hace que nos sintamos indignos de la autoaceptación.
Siempre ha existido, ella es como una especie de ayuda al principio, probablemente nos haga pensar que el hecho de que sintamos que algo con nosotros está mal, es porque realmente estamos mal y debemos ser, ya saben, como los demás.
Es algo que yace en nuestro interior, la comparación. De hecho compararse es algo bueno, en el sentido de que nos dice que podríamos hacer algo mejor, y lo vemos a través del comportamiento de otros. Entonces, realizamos algo para sentirnos mejor con nosotros mismos. El problema radica en que cuando la comparación se vuelve una necesidad constante, nos consumirá cuestionado nuestro valor personal, llevándolo a un extremo de hacerlo siempre.
Existen dos tipos de comparaciones, la primera, es la que te haces contigo mismo, respecto al pasado, y esa es la única comparación que realmente es buena. Mientras tanto, la segunda es la comparación que hacemos con los demás, la cuál caemos muchas veces, y la que es realmente una toxina mortal. Cada vez que nos comparamos con alguien, sentimos ese sensación de disgusto, de inferioridad, de rechazo, de que estamos mal, de que no somos como los demás.
Sin darnos cuenta, nos lastimamos a nosotros mismos. Es como tomar una dosis de veneno, nos mata poco a poco. Intoxica nuestra alma, la hacemos trizas, la tratamos como restos de basura y después nos preguntamos porque nos sentimos mal. Es un asesino de la autoestima, y lo peor es que lo hacemos por cuenta propia, nos elegimos matar, y por nada.
Sin darnos cuenta, nos lastimamos a nosotros mismos. Es como tomar una dosis de veneno, nos mata poco a poco. Intoxica nuestra alma, la hacemos trizas, la tratamos como restos de basura y después nos preguntamos porque nos sentimos mal. Es un asesino de la autoestima, y lo peor es que lo hacemos por cuenta propia, nos elegimos matar, y por nada.
No necesitas compararte con nadie, nunca. Porque lo que hace el otro, no lo hace mejor, o peor, simplemente es una persona diferente, que tiene sus cualidades, sus características, su yo.
Porque deberías compararte con alguien, si siempre estás bien, y siempre vas a estar bien. No importa si otra persona es mejor en algo que vos no, simplemente es, y no por eso estás mal. Vos sos vos, ellos son ellos. Deja de compararte, no sirve de nada.
Porque deberías compararte con alguien, si siempre estás bien, y siempre vas a estar bien. No importa si otra persona es mejor en algo que vos no, simplemente es, y no por eso estás mal. Vos sos vos, ellos son ellos. Deja de compararte, no sirve de nada.
Te entiendo, te molesta, que los demás hacen cosas en que también te gustaría hacer de la misma manera. Él es mejor en tal cosa, ella es mejor de tal manera, pero son ellos. Entonces, si tanto crees que estás mal porque el otro lo hace mil veces mejor, es hora de trabajar para mejorar en eso que no te gusta tanto de ti, no para sentirte mejor que los demás, sino para sentirte mejor contigo mismo. Pero no te compares con nadie, acepta que hay gente que les irá mejor y a otros les irá peor, pero eso no afecta tu valor personal, nadie ni nada puede cambiar el inmeso valor que tenés.
Y al final, solo habrá una cosa que nadie jamás podrá ser, lo que sos, y acaso eso no es un privilegio. No sos mejor ni peor que nadie, simplemente sos vos, y eso jamás nadie lo podrá superar.
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